MUJER E INDÍGENA

Proyecto publicado en EL PAÍS y DIARIO PÚBLICO (España) en colaboración con MAYAN FAMILIES

Cerca de un cuarto de la población Guatemala son mujeres indígenas las cuales sufren y son víctimas de discriminación por su género, etnia o estatus social. Guatemala tiene la tercera más alta tasa de feminicidio del mundo, por detrás de El Salvador y Jamaica.

Guatemala es un país de contrastes. Sus climas fríos en las montañas y cálidos en el sur, el corredor seco en el oriente y sus frondosos bosques en el altiplano, la exacerbada riqueza en la capital y la pobreza más extrema en las zonas rurales, el estatus del ladino y la pobreza del pueblo indígena, el hombre y la mujer. Ladinos e indígenas, están obligados a convivir en un país cuya población apenas supera los 16 millones de personas, de los cuales más de un 41% son de alguna etnia indígena y casi de un cuarto de la población son mujeres indígenas. 

Este pequeño país de Centroamérica, está formado por cuatro pueblos diferentes con identidad y cultura propias. Mayas, Garífunas, Xincas y Ladinos, constituyen la riqueza cultural de un país que todavía no ha sabido canalizar este patrimonio. El resultado directo ha sido la desigualdad y la pobreza, en particular de la mujer indígena. 

Las mujeres indígenas, son las más afectadas por el rechazo y la discriminación racial. No sólo se ven afectadas por los índices más bajos de bienestar económico y social, sino que además hacen frente a la carga de salir adelante en una sociedad machista y patriarcal. 

Las mujeres indígenas guatemaltecas tienen casi todas una historia en común. Muchas comenzaron a trabajar palmeando tortillas a los diez años, no fueron a la escuela por el estigma social o porque se quedaron embarazadas a edades muy tempranas. Muchas otras fueron rechazadas en entrevistas laborales por ser mujeres e indígenas y otras fueron víctimas de maltrato. 

El traje típico, seña de identidad del pueblo maya, y el analfabetismo son los dos grandes factores que convierten a estas mujeres en víctimas del racismo y la marginalización. La barrera del idioma y la falta de acceso a un sistema de justicia que las proteja, les hacen vulnerables a la exclusión social. Además, los índices de escolaridad son sumamente inferiores entre la población indígena Guatemalteca y las mujeres están a la cabeza.